domingo, 5 de febrero de 2017

EL ADIÓS QUE NUNCA TE DIJE

Todavía recuerdo su forma de caminar, como dando pequeños saltitos y con las  puntas de los pies mirando hacia afuera. También su sonrisota, amplia y de dientes inmaculados, el tono de su voz y el gesto que hacía para apartarse el pelo de la cara.
Le gustaba jugar al fútbol, pero a veces también venía a jugar a los Power Rangers en el enorme cajón de arena que había en un rincón del patio de recreo, cuando no lo utilizábamos mi amiga y yo para convertirlo en una panadería cuyo horno era un agujero que había en el muro que aislaba el colegio de la calle, donde hacíamos las bolas de arena más exquisitas de todo el pueblo.
Siempre se juntaba con el grandote de la clase, eran inseparables. Yo, en mi mente de niña, no entendía por qué eran tan amigos; él era buen estudiante y el grandote era torpe y un poco bobo pero de alguna forma ambos se entendían y siempre estaban juntos. Quizá porque vivían en el mismo bloque de pisos y eso, a nuestra edad y en aquella época, significaba todo.
A veces íbamos a jugar a su bloque porque el entramado de escaleras y rellanos era laberíntico y nos encantaba perdernos en él jugando al escondite o a la gallinita ciega. Al final siempre venía algún vecino cansado de escuchar el jaleo y nos gritaba, mientras nosotros salíamos a la calle corriendo entre risas.
La primera vez que vi una película porno estaba con él (uno de esos recuerdos  absurdos que quedan grabados a fuego en la cabeza sin saber muy bien el por qué). Era una cinta VHS que una amiga le había robado a sus padres y que vimos varios de la clase juntos, aprovechando que no había nadie más en la casa. Aún soy capaz de rememorar su cara mientras miraba la  pantalla, con los ojos como platos y una mezcla de incredulidad y anhelo en la mirada.
Cuando eres pequeña, compartes una infinidad de primeras veces con tus amigos y, sin darte cuenta, construyes los  momentos que recordarás en tu vida adulta, momentos en los que ellos  siempre estarán presentes.
Cuando me dijeron que había muerto, la primera imagen que cruzó mi cabeza fue la de ese niño y ya no pude dejar de verlo así. Lo había visto de adulto, aunque hace tiempo que perdimos  el contacto, pero yo sólo puedo pensar en el niño que fue. Sólo alcanzo a ver ese movimiento de cabeza, apartándose el pelo rubio de los ojos mientras sonríe, enseñando sus dientes blanquísimos.
Imagino que me perdí muchas cosas de él como hombre, quizá por eso en mi recuerdo  siempre será pequeño. Y quizá, también por eso, resulte tan doloroso pensar que ya no está, que el hombre en el que se estaba convirtiendo  cuando perdimos el contacto y que sería a día de hoy, quedó hecho añicos en ese coche; que la vida a veces se escurre de golpe y sólo deja la  sonrisa del niño grabada en la cabeza de una mujer que ya nunca conocerá al hombre.



"Toutes les grandes personnes ont d'abord été des enfants. (Mais peu d'entre elles s'en souviennent.)"


Weekend wreckers take the streets
with abandon in their eyes
but in our bedroom we're bloodshot and beat
and never so alive.

And I know what's on your mind,
God knows I put it there,
but if I took it back
well, you'd be nowhere,
you'd be nowhere again.

Now look at you all torn up,
I left you waiting to bleed.
I guess the truth works two ways,
maybe the truth's not what we need.

And I know what's on your mind,
God knows I put it there,
but if I took it back
well, you'd be nowhere,
you'd be nowhere again.

But in my cold arms
you don't sleep,
in my cold arms
your fear beats,
in my cold arms
you stay.


MUMFORD&SONS - COLD ARMS