jueves, 4 de octubre de 2012

INSOMNIO

Una vela se consume en la mesita de noche, en una taza colocada a modo de improvisado candelabro.
Se incorpora en la cama y mira una vez más a través del cristal empañado de la ventana pero el reflejo de la luz de las farolas sobre las gotas de lluvia le impide ver el exterior.
Al otro lado de la calle, una de esas farolas ilumina una solitaria cabina telefónica.
Le parece ver una sombra que cruza hacia los cubos de basura situados al final de la calle y, a lo lejos, se escucha el maullido de un gato.
Se levanta bruscamente, como si algo hubiese accionado un resorte en su cuerpo. Coge la chaqueta que cuelga del pomo de la puerta, avanza a tientas por el mal iluminado pasillo y abre la puerta para salir al frío de la noche.
Empieza a caminar lentamente y va aumentando el ritmo hasta que el único sonido en sus oídos es el del chapoteo de sus zapatos sobre el suelo mojado.
Sigue corriendo mientras su aliento deja escapar nubes blancas que se disipan en la oscuridad de la noche. Deja el asfalto y se adentra por el camino embarrado que sube hacia la cima de la colina. Momentos después, llega al mirador casi sin aliento. Se detiene para respirar profundamente y espera un poco. El corazón le late desaforadamente y amenaza con salírsele del pecho.
Lentamente, se acerca al borde del barranco desde el cual se divisa toda la ciudad. Allá abajo, la niebla engulle las calles y les da un aspecto fantasmagórico. Mira al cielo, salpicado aquí y allá por unas pocas estrellas que luchan por lucir en el cielo plomizo.
Coge aire y grita. Grita y grita hasta que el amanecer la sorprende con el rostro surcado de lágrimas.
Después, se encoge en su chaqueta y, muy lentamente, desciende de vuelta a la ciudad que se despereza con los primeros rayos de sol.
Una campana tañe a lo lejos cuando entra en casa, se quita la chaqueta y se deja caer en la cama, agotada por fin.




He oído que la noche es toda magia
y que un duende te invita a soñar.

Y sé que últimamente apenas he parado
y tengo la impresión de divagar.

Amanece tan pronto y yo estoy tan solo
que no me arrepiento de lo de ayer.
Sí, las estrellas te iluminan ohh y te sirven de guía.
Te sientes tan fuerte que piensas
que nadie te puede tocar.

Las distancias se hacen cortas,
pasan rápidas las horas
y este cuarto no para de menguar.

Y tantas cosas por decir,
tanta charla por aquí.
Si fuera posible escapar de este lugar...

Amanece tan pronto y yo estoy tan solo
que no me arrepiento de lo de ayer.
Sí, las estrellas te iluminan ohh y te sirven de guía.
Te sientes tan fuerte que piensas
que nadie te puede tocar.

Uoohhh uooohhh ohhh ohhh...
Uoohhh uooohhh ohhh ohhh...

Amanece tan pronto y yo estoy tan solo
que no me arrepiento de lo de ayer.
Sí, las estrellas te iluminan ohh y te sirven de guía.
Te sientes tan fuerte que piensas
que nadie te puede tocar.

HÉROES DEL SILENCIO - MALDITO DUENDE